LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS PERONISTAS.
Durante todo el período
peronista fue creciendo su preocupación por desarrollar un sistema de educación
privado, independiente del gobierno.
Los nacionalistas
católicos participaron de logias como el Grupo de Oficiales Unidos
(GOU), en el que se comenzó a gestar el poder de Perón, y luego se
volcaron al justicialismo. En su imaginario la Argentina blanca e
hispánica debía expandirse y la educación imbuir a la población de la esencia
de lo nacional.
Los nacionalistas
católicos conspiraban en torno del poder; además habían
desarrollado un trabajo de base amplio, que incluía experiencias educativas en
organizaciones civiles como la Liga Patriótica Argentina. Aspiraban a
controlar el sistema de instrucción pública y ocuparon lugares importantes en
el área de educación.
Una profunda fractura dividía
los discursos políticos pedagógicos de los dos grandes movimientos nacionales,
el radicalismo y el peronismo; los socialistas habían acentuado
sus componentes liberales. Junto con los radicales y los demócratas
progresistas formaban un bloque con mucha influencia en la docencia, que
defendía la educación estatal, laica, obligatoria y gratuita y la reforma
universitaria.
Los educadores escolanovistas
que eran socialistas como Delia Etcheverry, demócratas progresistas como Olga y
Leticia Cossettini, radicales como Antonio Sobral y otros, vinculados al
Partido Comunista, como Luis Iglesias, se alinearon en la defensa de los
principios educativos liberales contra el avance del nacionalismo,
identificando peronismo con fascismo, sin comprender su raigambre popular y sus
posibilidades democráticas. El gobierno peronista no intentó atraerlos, sino
que se dedicó a perseguirlos.
El peronismo heredó
del régimen instalado en 1.943 funcionarios ultranacionalistas que querían
imprimir a la escuela el carácter de un regimiento; por eso chocó con la
irreductible oposición del espectro liberal. Pero las demandas que debía
atender provenían de un espacio mucho más amplio que las fuerzas políticas
organizadas.
Mucha gente quería aprender
oficios, capacitarse como operaria o empleada y cursar carreras técnicas. Las
mujeres querían estudiar, los empresarios reclamaban personal más capacitado,
los inmigrantes del interior que llegaban a Buenos Aires necesitaban atención
educacional. La cultura elitista instalada en las instituciones y en los medios
de comunicación era distinta del espíritu nacionalista y popular de los trabajadores
peronistas y de Perón y Evita. El sistema educativo argentino vivía una crisis
de crecimiento.
El peronismo estaba enfrentado
con los liberales y con la izquierda, y, en el poder educativo avanzó el
nacionalismo católico. Ocuparon lugares de cierta importancia profesores
provenientes de terciarios y de universidades del interior y algunos
intelectuales autodidactas que habían sido rechazados por el academicismo
universitario.
Algunos normalistas formados
en las ideas de la Escuela Nueva coincidieron en la postura antirracionalista y
antipositivista del peronismo. Los cargos políticos del sistema fueron
cubiertos por funcionarios vinculados con el régimen de 1.943. Eran, como
siempre, médicos, abogados y, a veces, militares, que ahora coincidían en el
nacionalismo católico. Aunque no entendían de la misma manera el problema de la
participación popular y tenían distintas concepciones pedagógicas.
El primer ministro de
Educación fue el jurista Belisario Gache Pirán, quien consideraba que
la justicia social se debía ejercer mediante la educación humanística, desde
una doctrina antimaterialista, antitotalitaria y antirracionalista dirigida al
hombre concreto. Era enemigo del positivismo y proponía que la educación
estimulara el espíritu de iniciativa, la capacidad creadora y el sentido de
justicia social.
De esa manera se avanzaría
hacia la superación de lo que el liberalismo no pudo sobrepasar. El
segundo fue Oscar Ivanissevich, un exaltado cirujano ultranacionalista. Un
tiempo antes había renunciado a su cátedra universitaria jurando no regresar
mientras un solo estudiante formara parte del gobierno universitario. Lo hizo
como interventor de la Universidad de Buenos Aires durante la gestión de Gache
Pirán. Abiertamente profascistas, Ivanissevich impulsó tanto desde las UBA como
desde el ministerio una política oscurantista, con contenidos
enciclopédicos y elitistas. El tercer ministro de Educación del peronismo
fue Armando Méndez San Martín, quien se ubicaba más en el centro del espectro
político y acompañó el proceso de ruptura de relaciones entre Perón y la
Iglesia Católica, en los últimos años del segundo gobierno.
Algunos funcionarios
se destacaron como, Jorge Pedro Arizaga que fue
secretario de Educación durante la gestión de Gache Pirán. Se trataba de un
docente de carrera, espiritualista, conocedor y adherente del escolanovismo,
con fuertes críticas al positivismo. Diseñó una reforma del sistema escolar que
introducía criterios nacionalistas democráticos y daba mucha importancia a la
educación práctica. Arizaga relacionaba la enseñanza con el medio social y con
el desarrollo económico, pero también destacaba la educación humanística.
Por su parte, Miguel
Mordeglia, fue médico patólogo nombrado presidente del Consejo Nacional de
Educación, organismo clausurado durante la gestión de Ivanissevich. Mordeglia
era un socialcristiano con intereses nacionales.
Juan Emilio Cassani y
Hugo Calzetti fueron los pedagogos del régimen. Cassani tenía una larga carrera
en la docencia secundaria y universitaria.
UN
PLAN NACIONALISTA POPULAR:
Las reformas más
importantes al sistema educativo fueron realizadas durante
el primer gobierno peronista y se fundamentaron en los principios
del Primer Plan Quinquenal. El plan destaca la búsqueda de una filosofía
educacional que equilibre materialismo e idealismo y que haga compatible el
principio de democratización de la enseñanza, entendiéndola como un patrimonio
igual para todos, con la creación de una modalidad de compensación para quienes
no han tenido las oportunidades de educación que otros poseen. Establece que
debe haber enseñanza práctica y profesional en el nivel medio.
Jorge Pedro Arizaga,
probablemente el autor de educación del Primer Plan Quinquenal, presentó en
1.947 un informe según el cual de 773.117 ingresantes a 1º grado en 1.937,
107.565 llegaron en 1.943 a 6º grado, es decir que habían desertado 66.552, el
86%. Había 13.000 escuelas y 67.000 maestros diseminados por todo el territorio
nacional. La opinión oficial fue que los problemas educacionales se debían a
las insuficiencias del normalismo positivista y liberal, a la falta de sentido
nacional, a la persistencia del enciclopedismo y a defectos en la organización
escolar de base positivista. Arizaga elaboró un programa para reformar el
sistema, basado en el Plan Quinquenal.
Arizaga trató de dar
respuesta a los grandes problemas pedagógicos históricamente no resueltos.
Intentaba condensar en una propuesta pedagógica la educación del espíritu,
la instrucción para el trabajo, la vinculación con la realidad circundante y la
formación del hombre para la Nación. Quería el equilibrio entre materialismo e
idealismo y la equidistancia entre los extremos, apoyándose en los principios
del plan y en las palabras de Perón.
Intentaba alejarse del
nacionalismo católico y del liberalismo normalizador. Se enfrentaba con el
enciclopedismo academicista y ultranacionalista de funcionarios como
Ivanissevich; pretendía formar en el niño la inteligencia práctica, sin dejar
de enseñarle el dominio de las normas, los sentimientos y la voluntad de superación
moral, dentro de una concepción argentina del mundo y de la vida; los planes y
programas tendrían como principio básico organizador el idioma y la historia
nacionales. Arizaga incluía la educación moral y religiosa, porque consideraba
que el hombre no puede vivir de la razón y que los niños necesitan sentir la
religión por contagio, por la emoción sugerente, por la incitación a la
imaginación.
El factor considerado más
eficiente para lograr que la escuela tenga activa participación en la vida
social, era el trabajo. Este era entendido integralmente y no sólo como
adiestramiento. Por esa razón la reforma introducía formas de preaprendizaje
general que no llegaban a orientar al alumno hacia una profesión u oficio, sino
que le permitían ejercitar el trabajo manual paralelamente al intelectual
durante el ciclo elemental. El nuevo plan contemplaba una enseñanza primaria
formada por un primer ciclo optativo preescolar de dos años (4 y 5 años de
edad); un segundo ciclo obligatorio de cinco años (6 a 11 años de edad); un
tercer ciclo también obligatorio de dos años (12 a 14 años de edad); llamado de
preaprendizaje general, con cultural general. Ese último ciclo se componía de
cursos mixtos y cursos separados para varones y niñas. El preaprendizaje
atendía a la urgencia de formar obreros con nivel de oficiales para todas las
especialidades, incluyendo el manejo de herramientas para oficios y prácticas
de huertas y granjas experimentales, manufactureras y comerciales.
La reforma mantenía también
bachilleratos clásicos, con un ciclo mínimo de cinco años, tres de
conocimientos generales- semejante al que estaba en vigencia- y luego dos de
capacitación en artes y oficios. Se ingresaba previa acreditación de aptitudes
mediante las calificaciones obtenidas en la primaria; el ciclo era gratuito
solamente para quienes demostrasen su imposibilidad de pagarlo. Las
calificaciones obtenidas en la secundaria eran requisito para optar por el
ingreso a la universidad. Después de cinco años de especialización los maestros
de primaria podían optar por ingresar a dos modalidades de enseñanza superior
no universitaria: el magisterio primario y el profesorado secundario, ambas de
dos años y con acceso a la universidad.
Otra modalidad introducida por
Arizaga la constituyen las escuelas técnicas de capacitación (un año de
estudios), las de perfeccionamiento (dos años) y las de especialización (tres
años), que constituían niveles sucesivos que a su vez proporcionaban
títulos habilitantes de creciente grado de capacitación. Para el ingreso a las
escuelas de capacitación era necesario poseer certificado de estudios primarios
y para los otros dos ciclos, de estudios secundarios.
Los certificados podían
sustituirse presentándose s una prueba especial. Esta última posibilidad
implicaba un principio democrático fundamental porque permitía la equiparación
de gente proveniente de niveles sociales distintos, eliminada por el sistema o
que no había tenido la oportunidad de cursar estudios regulares con
anterioridad, y legitimaba los conocimientos obtenidos por otras vías,
especialmente la práctica laboral.
La educación técnica era
gratuita para todo obrero, artesano o empleado que viviera de su trabajo. Los
profesores debían poseer títulos que acreditasen su competencia y además debían
haber ejercido su trabajo en alguna de las tres funciones mencionadas. Todas
las empresas estaban en obligación de cooperar con becas para los tres grados
de la enseñanza técnica.
La propuesta de Arizaga
completaba la resolución del Primer Plan Quinquenal que establecía la reforma
del viejo Consejo Nacional de Educación, transformándolo en una subsecretaría
de la cual dependían tres secciones: enseñanza primaria, media y técnica. Esta
separación ente media y técnica ubicaba finalmente a la educación laboral,
después de tantos intentos fallidos durante décadas, dentro de las
responsabilidades del sistema educativo oficial.
Pero la reforma de Arizaga
tuvo corta vida. El sistema del bachillerato clásico fundada por Mitre,
resistió y continuó intacto, sin que el trabajo, como concepto y como elemento
curricular, fuera introducido en su impenetrable trama. La capacitación laboral
quedaría organizada en otro paquete académico y curricular. Una brecha
entre distintas concepciones del sujeto de la educación argentina atravesaría
el cuerpo de la educación media peronista. El tronco central, la
primaria y media clásicas, seguiría regido por una concepción oscilante entre
el practicismo didáctico escolanovista y el espiritualismo teoricista.
Un discurso político educativo
incorpora algunos elementos nuevos. Si bien el sistema creció sin que se
modificara la estructura tradicional, hubo algunos cambios importantes.
Desde fines del siglo XIX, la discriminación educativa se había
producido en forma piramidal; el desgranamiento tenía una alta correlación con
las características sociales y culturales de los sujetos sociales que
demandaban educación. Imperceptibles mecanismos de discriminación iban
separando socialmente a los desertores de los concurrentes, a los “buenos
alumnos” de los inadaptados, al bien educados de los mal educados. La
reforma del primer gobierno peronista pretendía erradicar la
discriminación. Por un lado, se daba una respuesta sin precedentes por su
magnitud a la demanda de educación de los sectores populares. Pero por otro, se
les diseñabas una zona especial del sistema, separada del tronco clásico
mitrista (bachillerato-universidad) por reglamentaciones y requerimientos.
En cuanto a la educación
superior universitaria, el Plan Quinquenal establecía que sería gratuita y exigía
calificaciones suficientes en el secundario para acceder a ella. La universidad
dependería de un organismo del ministerio y estaría gobernada por un
Consejo Universitario formado de la siguiente manera:
© Un rector nombrado por el P.E.N. con el
acuerdo del Senado de la Nación.
© Dos consejeros designados por el rector y dos
elegidos por y entre los profesores de cada facultad.
© Un decano o vicedecano de cada facultad elegido
por los consejeros de ese mismo organismo.
© Tres consejeros designados por el rector para
cada facultad, tres elegidos por los profesores y tres elegidos entre los
alumnos de más altas calificaciones.
En cuanto al cuerpo docente,
habría profesores extraordinarios plenos, extraordinarios y titulares. Estos
últimos ingresarían por oposición pública y su cargo, remunerado dignamente,
sería incompatible con cualquier otra función. Los alumnos serían regulares o
libres. Se formaría un fondo de becas para estudiantes necesitados mediante
aportes del Estado y un impuesto del 0,5 % sobre sueldos y salarios.
En suma, algunas observaciones
que se destacan de esta primera reforma peronista son:
- Ø La
orientación práctica y/o la educación técnica y profesional consiguen un lugar
importante dentro de la estructura del ministerio, aunque no afectan el circuito
clásico.
- Ø Llama
la atención que no se incluya la gratuidad en el nivel secundario, en tanto se
lo hace en el nivel primario y la universidad. Alguna hipótesis de esta
decisión podría haber sido que, se consideraba que el nivel medio debía ser
selectivo y que a la universidad debían llegar los mejores estudiantes del
país, valorizándose la responsabilidad del Estado en la formación de los
intelectuales y profesionales altamente capacitados, para dirigir el despegue
hacia el progreso de la Nación. También es posible que se diera especial
importancia al aporte empresarial para sostener el nivel medio técnico, que
serviría a la capacitación de recursos humanos, inmediato interés de ese
sector. O, también es posible que, la gratuidad de la universidad haya sido una
medida tomada con el objetivo de calmar los ánimos ante la decisión de quitarle
la autonomía.
- Ø Una
contradicción entre la concepción elitista del interventor Ivanissevich y la
gratuidad de la educación universitaria enunciada como una medida tendiente a
la democratización. En el Plan de Gobierno 1.947-1951 se establece como
lema: Popularizar la universidad y difundir la cultura universitaria.
El Primer Plan Quinquenal
consideraba problema de Estado la promoción y el enriquecimiento de la cultura
nacional. Preveía dos vías principales para la acción cultural: por la
enseñanza y por la tradición. La primera se desarrollaría a través de las
escuelas, los colegios, las universidades, los conservatorios, las escuelas de
artes, los centros científicos y los centros de perfeccionamiento técnico. La
segunda, mediante el folklore, la danza, las efemérides patrias, la religión,
la poesía popular, la familia, la historia y los idiomas.
El Estado fomentaría centros
de difusión de las bellas artes y las ciencias, conferencias, teatro, letras,
publicaciones, radio; centros de investigación científica, literaria,
histórica, filosófica, filológica, artística, etnológica; academias de
ciencias, de artes, de letras, de lengua y de historia; centros de estudios en
folklore, lenguas autóctonas, danzas nativas, creencias religiosas, literatura
popular y tradiciones familiares regionales. Se daba relevancia también al
Instituto de Estudios Hispánicos.
Las ideas pedagógicas del
Primer Plan Quinquenal reflejaban una tendencia del nacionalismo popular que,
arrancada de la obra del pedagogo cordobés Saúl Taborda, había sido recogida
por Arizaga. Esa concepción era compartida por el radical Antonio Sobral y
estaba muy cerca de la sostenida por los escolanovistas democráticos. El choque
de Arizaga con los sectores oscurantistas que estaban en el gobierno era
inevitable.
REFORMAS INTRODUCIDAS
OTROS DATOS IMPORTANTES:
Durante su primer gobierno se crearon escuelas, incluyendo
técnicas y para adultos, y se becó a los alumnos pobres. Las escuelas contaban
con comedores escolares. La educación religiosa se impartió en las escuelas
tanto primarias como secundarias hasta 1954. Su derogación por parte de Perón
le creó un grave conflicto con la Iglesia.
La democratización de la que hablamos es referida a la
inclusión de todos los niños en la escuela, pero no con respecto a los
contenidos educativos ni a la forma de desarrollar las clases, pues esto estaba
prolijamente pautado. “Cuadernos para el Maestro Argentino”, publicado por el
Ministerio de Educación era un manual de instrucciones al que los maestros
debían estrictamente atenerse.
La crítica más repetida por los antiperonistas es que se
enseñaba a leer utilizando frases tales como “Evita me ama”. Entre los textos
de lectura obligatoria, se incluyó a la muerte de Evita “La razón de mi vida”
de contenido autobiográfico.
La Universidad perdió autonomía, quedando bajo la órbita estatal
con la sanción de la ley 13.031 de 1947. Esto fue profundizado con la ley
14.297 de 1954. La constitución de 1949 les reconocía una seudo autonomía pues
autorizaba que se la limitara por ley. Sin embargo se estimuló la investigación
científica.
Se crearon las facultades de Arquitectura y Odontología,
Derecho tuvo un nuevo edificio, y se fundó la Universidad Tecnológica.
La educación técnica, siguiendo el pensamiento en pro de la
industrialización, fue muy estimulada, creándose escuelas fábrica, y la
Universidad Obrera Nacional. El 6 de julio de 1944 se dictó el decreto Nº
17854, por el cual se creó la Dirección Especial de Enseñanza Técnica.
¿Cómo organizó el Estado la enseñanza técnica?
Hasta
1944 la enseñanza técnica estatal estaba compuesta por las Escuelas de Artes y
Oficios y las Escuelas Técnicas de Oficio (destinadas para la formación de
obreros calificados). A ellas debemos sumar las Escuelas industriales. Todas
estas instituciones quedaron bajo la órbita de la Dirección Genral de Enseñanza
Técnica dependiente del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública de la
Nación (Ministerio de Educación).
En 1948, todas las escuelas se reorganizaron como
Escuelas Industriales de la Nación.
En 1947 se crearon las Misiones Monotécnicas. Con esta
oferta se buscaba brindara la población del interior conocimientos prácticos,
actividades técnicas y conocimientos en general que ampliaran a los de la
escuela primaria. Buscaban impactar positivamente en la reactivación de las
economías del interior y evitar el éxodo de la población rural hacia los
centros urbanos, promovido por la industrialización.
Entre 1947 y 1955 se llevaron a cabo 70 misiones en
123 localidades de todo el país.
El otro circuito de educación profesional quedó
ubicado dentro del ámbito de la Secretaría de Trabajo y Previsión. En 1944 se
creó por decreto la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional.
La ley establecía que el Estado debía vigilar y dirigir el trabajo y
aprendizaje de los menores de 14 a 18 años de edad. Estos fueron divididos en
tres grupos:
- ·
Aprendices:
quienes trabajan y asistían a los cursos de capacitación.
- ·
Menores
ayudantes obreros: que trabajan sin asistir a cursos.
- ·
Menores
instruidos: los que terminaron sus cursos de aprendizaje.
El 1° ciclo de la CNAOP lo constituían
fundamentalmente las Escuelas Fábricas estatales. Para su ingreso se requería
la escolaridad primaria. Cumplían un plan de enseñanza y producción, recibían
ayuda escolar y los útiles eran gratuitos. Los estudios duraban tres años y se
otorgaba un certificado de experto en la especialidad que se cursara. En 1948
se amplió la oferta al 2° y 3°ciclo. Se accedería al 2° ciclo luego de aprobar
el primero o bien habiendo realizado estudios técnicos y de artes y oficios.
Para poder ingresar, se debía comprobar la condición obrera del aspirante. El
título que se obtenía era el técnico de fábrica en la especialidad elegida. El
tercer ciclo lo constituía la Universidad Obrera Nacional.
La Universidad Obrera fue creada por ley del Congreso
en 148 e inaugurada en 1953 hasta que en 1959 se convirtió en Universidad
Tecnológica Nacional. Perón consideraba que los ingenieros de fábrica eran
necesarios porque, en su concepción, el saber estaba fuertemente vinculado con
el hacer. “La serie de oposiciones en las cuales se constituyó la política
educativa del peronismo: democracia/elitismo, pueblo/oligarquía, descamisados/doctores,
saber hacer/saber decir”.